El club de Fácil Lectura "Amigas y Conocidas" de la Biblioteca comenzó una nueva lectura para seguir con las sesiones, que seguro será, la última del curso.
Hoy día uno de abril, nos ha visitado la Alcaldesa Mª José Valdivia y nos ha ofrecido su apoyo en este proyecto que lleva ya dos años en funcionamiento.
Mª José nos animó a seguir como hasta ahora. Que se alegra de que tratemos a la lectura desde varios géneros para así sacar mayor provecho de cada argumento; hizo alusión a nuestra intervención en la cena solidaria con el teatrillo de Cruce de Mundos y que tanto gustó. En nombre del Ayuntamiento se brindó a recibirnos y escucharnos siempre que la necesitemos. Cosa que agradecimos.
Nos reunimos en esta ocasión los dos grupos principalmente por la visita y porque teníamos otros asuntos pendientes de concretar.
Una vez despachamos con la Señora Alcaldesa comenzamos nuestra lectura con el Libro del Lazarillo.
El primer libro que leímos y que vamos a repetir porque muchas de las compañeras se incorporaron después de la creación del grupo.
El primer libro que leímos y que vamos a repetir porque muchas de las compañeras se incorporaron después de la creación del grupo.
Como dice la introducción, Lázaro de Tormes, un pregonero de Toledo. Casado con una criada del Arcipreste de la Iglesia de San Salvador. Contestando a través de una carta a toda aquella gente que quería conocer su caso, les contó su vida.
TRATADO 1
LAZARILLO CUENTA SU NACIMIENTO
Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y Antonia Pérez, nació dentro del río Tormes, de ahí su nombre. Su madre se puso de parto en el molino de su padre y allí nació él. A su padre lo castigaron con el destierro por confesar que robaba grano. Luego se fue a la guerra con un caballero y con él murió como leal a su amo.
Su madre se quedó viuda, se fue a vivir a la ciudad y se ganaba la vida como podía. Después conoció a un negro. Al Lazarillo no le hacía mucha gracia pero al final le aceptó porque le traía pan, carne y leña para calentarse.
Su madre tuvo otro hijo, era negrito y entre la familia hubo sus más y sus menos debido al color de la piel. Un día se enteraron que el negro, su padrastro robaba. Lo azotaron a él y a su madre y como castigo la prohibieron volver a verle. Su madre cumplió el castigo.
Con el tiempo su madre se fue a trabajar al mesón de la solana donde se criaron su hermano y él. Allí se presentó un ciego que con el consentimiento de su madre se le llevó de guía.
El ciego no estaba contento con el dinero que ganaba en Salamanca y dicidió irse. Se fue a despedir de su madre, que llorando le aconsejó portarse bien con su amo. A partir de ese día su amo le gastó la primera broma y desde entonces reconoció que tenía que abrir los ojos y cuidar de él.
Una vez se fueron conociendo, el ciego le dijo que él no podía darle dinero pero sí consejos para defenderse en la vida. En verdad él mismo reconocía la listeza del ciego. Tenía oraciones para todos los estados de la mujer; para quitar el dolor de muelas y con estos poderes las mujeres acudían a él ganando en un mes lo que otros ganaban en un año. A pesar de eso, era muy avaro y egoísta. le mataba de hambre y se las tenía que ingeniar para comer.
Así contó algunas burlas que le hizo. El ciego metía la comida en un saco que cerraba con candado. Con astucia abría y cerraba el saco sin que cayera ni una miga de pan. También le robaba dinero o le cambiaba las monedas por otras de menor valor.
El ciego comentó un día que de la jarra faltaba vino. Desde entonces no la soltaba. Ideó entonces Lázaro beberse el vino con una pajita. Se dio cuenta el ciego y tapó la boca. Como no estaba dispuesto a quedarse sin beber, abrió un agujero por debajo que tapó con cera. Al calor de la lumbre la cera se derretía y acurrucado al ciego fingiendo tener mucho frío, el vino iba cayendo en su boca. Pero su amo siempre descubría la burla aunque a veces no le decía nada.
Un día se dispusieron a comer y posado en el regazo de su amo para poder beber del jarro, no se percató que al alzar la cara para que el vino cayera en la boca, el ciego la levantó con fuerza y se la estampó en toda la boca rompiéndole algunos dientes. Le curó las heridas con vino y para burlarse le dijo: ¿Qué te parece Lázaro? lo que te enfermó te cura y te da salud.
Otro día fue con uvas que le regalaron. El ciego se las comía de dos en dos y él al verle, iba cogiendo todas las que podía. Pero el ciego sabía que ese chico era muy listo.
Otro día estando en Escalona, el ciego le dio un pedazo de longaniza para que la asara. Se comió la longaniza asada y al ciego le dió un trozo de nabo. Tras la broma, le cogió por la cabeza y metiéndole la nariz por la boca, le hizo vomitar toda la longaniza en la cara. Cansado de tantas perrerías pensó escaparse.
No se fue sin antes gastarle la última de sus bromas al ciego. Un día le hizo cruzar un arroyo saltando, pero lo que no se imaginó fue del poste que estaba mismamente al saltar a la otra orilla del arroyo. tal fue el impacto que se quedó medio mareado. Después le dijo: -¿tío, oliste la longaniza y no has olido el poste? Desde ese día no volvió a ver al ciego.
TRATADO 2LÁZARO SIRVE A UN CLÉRIGO
De Torrijos llegó a Maqueda y se puso a las órdenes de un clérigo para ayudar en la misa.
Ese hombre era peor que el ciego. No le daba bien de comer y él se hinchaba de todo. Los sábados comía carne de carnero y a él le daba los huesos. Aún así pensaba tratarle bien. No se sentía capaz de marcharse pues temía encontrar a alguien aún peor.
Al final tuvo que volver a ingeniárselas para poder comer. Engañó un día a un calderero para que le buscara una llave que abriera el arca de su amo. Lo hizo y a cambio le dió un pan de los que había dentro. Así pudo comer al día siguiente.
Ese hombre era peor que el ciego. No le daba bien de comer y él se hinchaba de todo. Los sábados comía carne de carnero y a él le daba los huesos. Aún así pensaba tratarle bien. No se sentía capaz de marcharse pues temía encontrar a alguien aún peor.
Al final tuvo que volver a ingeniárselas para poder comer. Engañó un día a un calderero para que le buscara una llave que abriera el arca de su amo. Lo hizo y a cambio le dió un pan de los que había dentro. Así pudo comer al día siguiente.
El clérigo descubrió la pérdida de los panes. Pasó dos o tres días adorando los panes y cada vez tenía más hambre. Se inventó otra burla haciéndole creer que entraban los ratones a comerse el pan. Le daba las migajas y decidió tapar los agujeros para que no entrara nada. Aún así él seguía abriendo agujeros. El clérigo decidió meter una trampa con queso dentro para cazar a los supuestos ratones. Lázaro se comía el pan y el queso.
Tras preguntar a los vecinos de cómo podría pasar aquello, los vecinos le comentaron que por la casa solía andar una culebra y que seguro sería ella la culpable de la desaparión del pan y del queso. Con esa deducción, el clérigo no podía dormir por las noches pensando en la culebra.
Así transcurrían las noches, casi sin dormir y a la culebra no la veían. Lázaro tenía miedo de que le encontraran la llave y decidió dormir con ella en la boca. Una de esas noches, al respirar, la llave y el aire producían un sonido que el clérigo creyó sería la dichosa culebra. Lentamente se levantó y con garrote en mano, dió un golpe que le dejó descalabrado a Lázaro. Al encontrar la llave, comprobó que era igual que la suya, probó abrir el arca y entonces descubrió al ratón y a la culebra. A partir de ese día, esperó que se curara y sin más dilación dijo,- Lázaro, desde hoy eres tuyo y no mío, busca amo y vete con Dios.
TRATADO 3
LÁZARO SIRVE A UN ESCUDERO
Mal herido llegó a Salamanca. La gente al verle así, le daba alguna limosna que otra pero al fín se curó y ya le trataban de pedigüeño.
Buscando y buscando se topó con un escudero que le ofreció irse con él. Vivía en una casa oscura, lúgubre y casi sin muebles. Llegó la hora de comer y ninguno de los dos había comido. El escudero le dijo que aunque temprano había almorzado, por lo tanto tendría que esperar a la cena. Aguantó el tipo diciendo que podría esperar cosa que alabó su amo porque decía que comer mucho era de puercos y comer poco, de hombres de bien.
Lázaro hizo tiempo junto al portal, y sacándose unos trocitos de pan que tenía de las limosnas se dispuso a comer. Le vio su amo y le acompañó saboreando y concluyendo de que el pan había estado hecho con manos limpias ,y entre probada y probada, se iba comiendo todo el pan. Lázaro se percató de que tenía más hambre que él y se dio prisa para comerse el pan que quedaba.
Mal herido llegó a Salamanca. La gente al verle así, le daba alguna limosna que otra pero al fín se curó y ya le trataban de pedigüeño.
Buscando y buscando se topó con un escudero que le ofreció irse con él. Vivía en una casa oscura, lúgubre y casi sin muebles. Llegó la hora de comer y ninguno de los dos había comido. El escudero le dijo que aunque temprano había almorzado, por lo tanto tendría que esperar a la cena. Aguantó el tipo diciendo que podría esperar cosa que alabó su amo porque decía que comer mucho era de puercos y comer poco, de hombres de bien.
Lázaro hizo tiempo junto al portal, y sacándose unos trocitos de pan que tenía de las limosnas se dispuso a comer. Le vio su amo y le acompañó saboreando y concluyendo de que el pan había estado hecho con manos limpias ,y entre probada y probada, se iba comiendo todo el pan. Lázaro se percató de que tenía más hambre que él y se dio prisa para comerse el pan que quedaba.
Así llegó la noche. Hicieron la cama y en vistas a que la cena no daba muestras de llegar, el escudero le propuso acostarse y eseperar al día siguiente, pues por la noche había mucho ladrón suelto y no convenía salir.
Lázaro no pudo dormir en toda la noche. Casi muerto de hambre maldijo su mala suerte y pidió a Dios su muerte. A la mañana siguiente, su amo se levantó, se lavó, se peinó y haciendo alarde de su buena espada se marchó a misa no sin antes decirle que hiciera la cama, fuera a por agua y si salía cerrara la puerta y dejara la llave cerca para poder abrir cuando regresara.
Nadie pensaría al ver a su amo con tanto garbo, que llevaba un día y una noche con un mendrugo de pan en el cuerpo. Lázaro se dio cuenta que su amo no tenía donde caerse muerto. Daba vueltas y vueltas por el pueblo pero volvía igual que se iba. En vistas a que llegaba la hora de comer y su amo no volvía, decidió salir a buscar algo. Poniendo cara de enfermo, empezó a pedir por las casas más grandes. Consiguió pan, uñas de vaca y tripas cocidas. Al llegar a casa se encontró a su amo que dijo haber comido pero al verle comer a Lázaro no pudo resistir la tentación de comer junto con él pues estaba muerto de hambre. Después de cenar se fueron a acostar muy contentos.
Así pasaron unos ocho o diez días haciendo lo mismo. Salía a buscar comida y lo compartían. Se dio cuenta que ahora era él quien tenía que dar de comer a su amo. Sus otros amos tenían dinero pero no le daban de comer, éste no podía darle porque no lo tenía. Sentía lástima de él.
Aquel año hubo escasez de trigo y expulsaron a los extranjeros pobres de la ciudad. Lázaro no se atrevía ya a pedir comida pues temía que si le veían le azotaran.
Casi tres días estuvieron sin comer bocado. Gracias a unas vecinas que de pena le daban alguna cosilla. Él sentía pena por su amo que llevaba casi ocho días sin comer en casa. Triste le contó que abandonarían esa casa porque no le había traído más que desgracias.
Un día su amo se presentó con un real. Le mandó a la plaza a por pan, vino y carne. Estaban muy contentos. A salir para la plaza, se topó con un entierro donde la viuda decía: ¿Dónde te llevan marido y señor mío?¡A la casa triste, a la casa oscura!¡A la casa donde nunca comen ni beben!
Sin pensarlo se fue corriendo a la casa porque según sus conjeturas era a su casa donde llevaban al muerto. Una vez le explicó a su amo lo que había visto y oído, éste no se pudo contener de la risa.
Una vez pasó el entierro, volvió a la plaza y ese día comieron como reyes.
Un día que su amo estuvo contento le contó un poco de su vida. Que venía de Castilla la Mancha y que allí tenía tierras y un palomar. Que tuvo que salir por descortés con los de mayor rango, pues no aceptaba ser menos que nadie.
Un día llegaron un hombre y una vieja a alquilar la casa. Les despachó diciéndoles que volvieran más tarde. Su amo se marchó y no regresó en toda la noche. Lázaro se fue a acostar donde unas vecinas porque le dio miedo quedarse solo por la noche.
A la mañana siguiente volvieron los acreedores y preguntaron a las vecinas. Como su amo no aparecía ellos llamaron al escribano y al aguacil y entraron en la casa. No encontraron ni muebles ni nada. Pensaron que los habrían trasladado a otro lugar. Le obligaron a decir todo lo que sabía y él muerto de miedo les explicó lo que días atrás su amo le había contado. Que tenía algunas tierras y un palomar en Castilla la Vieja.
Al ver lo asustado que estaba, las vecinas le suplicaron que dejaran tranquilo al chico, llevaba poco tiempo con el escudero y él no sabía nada, era inocente.
Así fue como le dejaron libre. Al contrario de lo que le solía ocurrir, en esta ocasión en vez de dejar a su amo, su amo le dejó a él.Así terminamos el tratado 3 de la historia. Una lectura amena y muy divertida que nos evocó varios momentos de risas.
Nos despedimos hasta la próxima convocatoria.
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