Seguimos con la lectura del Conde de Montecristo. Retomamos el capítulo 6 de la segunda parte, con dieciocho lectoras, una de ellas de nueva incorporación.
"En pocos días, la alta sociedad de París no hablaba más que del Conde de Montecristo. Era el hombre de moda.
"En pocos días, la alta sociedad de París no hablaba más que del Conde de Montecristo. Era el hombre de moda.
Sin embargo, la popularidad del conde aumentó el día que se presentó en la ópera con una deslumbrante mujer llena de diamantes, parecía una princesa de cuento de hadas. Era una esclava griega a la que el conde le ofreció la libertad nada más llegar a París.
Una vez instalado en París y ganarse la confianza de sus enemigos, se dispuso a seguir con su venganza. Sabía de los puntos debíles de Morcerf, Danglars y Villefort.
Localizado el hijo misterioso de Villefort, el Conde de Montecristó le ayudó a escapar de la cárcel y le propuso pasar por el hijo de un noble italiano; Andrea Cavalcanti se convirtió en un buen partido para las jovencitas de la alta sociedad.
Danglars invertía en bolsa y gracias a las buenas relaciones con el gobierno, sus ganancias estaban garantizadas. Dándose cuenta el Conde, maquinó con astucia un plan que le hizo perder al banquero casi un millón de francos.
A través de la mala racha de las inversiones y de las trampas que el Conde departía a Danglars, éste terminó casi en el ruina. Pero no se resistió a tal desgracia y estudió un plan que afectaba a la relación sentimental de su propia hija.
Días después, la joven Valentina fue envenenada según el médico que la atendió y Maximiliano Morrel(su amante) fue a pedir ayuda a una de las personas de su confianza, el Conde de Montecristo.
Valentina y el Conde, descubrieron la insistencia de la madrastra en envenenarla y acabar con su vida. Y así, decidieron escapar de la situación con la píldora de la muerte que la mantedría así solo durante dos o tres días.
El Conde de Morferf fue expulsado del Parlamento por traición al monarca Alí Pashá e indignidad durante militar en las guerras de Grecia.
Alberto de Morcerf no aceptó la desgraciada noticia sobre la culpabilidad de su padre y decidió batirse a duelo con el Conde de Montecristo.
La Condesa de Morcerf al enterarse del tal fatídico encuentro, se armó de valor y fue a suplicar al Conde de Montecristo no matar a su hijo. Mercedes, se presentó y el Conde, no pudo ocultar la ira y la furia que le embriagaba; le explicó todo lo que había sufrido y todo lo que se proponía conseguir. Pero aún así, le prometió dejar con vida a su hijo.
El día del duelo, los dos se presentaron puntuales pero con la sorpresa de que Alberto iba con intenciones de disculpas y perdón. Su madre, Mercedes, le habia explicado todo el cautiverio y desgracias que había sufrido el Conde de Montecristo por culpa de su padre y eso le hizo reaccionar".
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