viernes, 16 de abril de 2021

Terminamos el "Principito" en L.F.

 Completamos la lectura de "El Principito" con el segundo grupo del club. Un grupo dividido en dos turnos para respetar las medidas Covid. 

Retomamos desde el CAPÍTULO 12

El principito llegó al tercer planeta y se encontró con un borracho. Después de mucho preguntar, el borracho le dijo que bebía para olvidar sus vergüenzas. El chico siguió su camino pensando que las personas mayores son muy extrañas.


 CAPÍTULO 13

El Principito llegó al cuarto planeta. Allí vivía un hombre de negocios. Un hombre que decía tener 501 millones 622 mil 731 estrellas. El Principito no entendía nada. Ese hombre se creía un hombre rico. Las estrellas no son de nadie-decía, por lo tanto son mías: las administro, las cuento y las recuento y ese era su trabajo. Al Principito le pareció poco seria la explicación.

Entonces le dijo que él tenía una flor que la regaba todos los días y unos volcanes que limpiaba todas las semanas. Él era útil para esas cosas-decía pero, el señor no era útil para sus estrellas.

Entonces decidió seguir su camino no sin antes pensar que las personas mayores eran de lo más raro.

CAPÍTULO 14

En esta ocasión el Principito llegó a otro planeta. Un planeta muy curioso, solo había un farol y un farolero. Le parecía muy absurdo tener un farol en un planeta que no había casas ni gente que necesitasen luz.  Pues ese farol se encendía cuando alguien decía buenas noches y se apagaba cuando se decía buenos días. El planeta cada vez giraba más deprisa y tenía que encender y apagar el farol más deprisa.

Entonces el Principito le ofreció una solución, una vez apagara el farol, se fuera andando dirección del sol y el día duraría lo que él quisiera. Al farolero no le hizo gracia, pues él lo que quería era descansar, no andar. El Principito decidió seguir su viaje, ese planeta era demasiado pequeño para los dos.

CAPÍTULO 15

El sexto planeta que visitó el Principito era muy grande. Allí vivía un geógrafo rodeado de muchos libros enormes. Entonces le preguntó que si en ese país había océanos, ciudades, montañas y ríos. Pero el anciano no lo sabía pues él no se podía dedicar a explorar. Su trabajo era anotar y escribir lo que otros descubrían. Por eso le preguntó que le explicara como era su planeta para escribirlo. Le dijo que era pequeño y que tenía una flor y tres volcanes. La flor no le interesaba porque desaparecería. Solo le importaban los océanos y las montañas porque nunca cambiaban de sitio. Entonces el Principito empezó a preocuparse por su flor se sintió triste de haberla dejado sola. El anciano le recomendó que visitara el planeta Tierra que tenía buena fama.

CAPÍTULO 16

La Tierra fue el séptimo planeta que visitó. Allí había mucha más gente que en los otros, casi 2.000 millones de personas mayores. Allí hubo muchos faroleros: en Oceanía, Asia, Europa , África, América del Norte y América del Sur. Todo era un espectáculo todo encendido. Solo había dos faroleros que trabajaban dos veces años, los del Polo Norte y Sur.

CAPÍTULO 17

Hablando solo de faroleros y todavía no se sabía cuantos hombres ocupaban la Tierra. Eran muchos que apelotonados, cabrían  en cualquier isla del Pacífico. Desde que llegó a la Tierra, solo le había saludado una serpiente. Ésta le dijo que no había visto gente porque estaba en un desierto. La serpiente era un animal poderoso y podría transportarle a la tierra donde nació. El Principito estaba extrañado como esa serpiente tenía todas las soluciones a los enigmas.

CAPÍTULO 18

En esa ocasión atravesó un desierto y solo  vio una flor. Le preguntó que donde estaban los hombres y la flor le respondió que hacía mucho que no los veía.  Era difícil saber donde estaban-dijo, ellos no tenían raíces y no estaban quietos en un sitio. El Principito se despidió de la flor.

CAPÍTULO 19

En medio del desierto había unas montañas. Se subió y pensó que desde allí vería mejor la Tierra entera y a todos los hombres. Pero solo vio las piedras de las otras montañas. ¡Buenos días!-gritaba y el eco lo repetía.¿Quién eres?- y el eco lo repetía. Comprendió que la Tierra era un planeta muy raro. Pensó que los hombre repetirían todas las cosas como el eco. Y se marchó.

CAPÍTULO 20
 Después de atravesar arenas, rocas, nieves y caminos, el Principito encontró un camino lleno de rosas.Se puso triste porque pensaba que solo existía su flor. Se creía rico por tener una flor única y descubrió que tenía una rosa normal como otra cualquira. Se tumbó en la hierba y lloró.

CAPÍTULO 21

En esta ocasión se encontró con un zorro. El Principito le invitó a jugar con él porque estaba triste. El zorro contestó no poder jugar porque no estaba domesticado. El niño no sabía lo que quería decir. Entonces el zorro le explicó que estar domesticado era crear lazos. Cuando se crean lazos, los unos nos necesitamos a los otros,-le dijo. Yo en mi planeta tengo una flor-le dijo al zorro, y creo que la he domesticado. 

El zorro le pidió al niño que le domesticara, no quería llevar la vida que llevaba: cazando gallinas y huyendo de los hombres. El Principito no estaba muy convencido, porque no le conocía, pero el zorro le explicó como hacerlo y lo consiguió. 

LLegó el momento de la partida de el Principito. El zorro se puso triste, no quería perderle ahora que se habían hecho amigos. El niño le dijo que él había tenido la culpa por querer que le domesticara, no había ganado nada con eso. Pero el zorro no pensaba igual, pues tenía muchas razones para acordarse de él. Antes de marcharse se fue a despedir de las rosas del jardín. Entonces les explicó que esas rosas no estaban domesticadas como la suya. La suya era especial, porque él la regaba, la abrigaba por las noches, la escuchaba y mataba a los gusanos que la atacaban. Era su rosa.

El zorro le prometió un secreto al despedirse y acudió al encuentro. Y el zorro le dijo: "solo se ve bien con el corazón ; lo más importante es invisible a los ojos. Y el Principito se alejó repitiendo esa importante frase.


CAPÍTULO 22

El Principito continuó su viaje por la Tierra y se encontró un guardagujas que controlaba la circulación de los trenes. Le explicó el señor cómo era su trabajo: agrupo a los pasajeros de 1.000 en 1.000 y dirijo los trenes que se los llevan, unas veces por la derecha y otras por la izquierda. El Principito veía pasar los trenes, algunos muy rápidos y decía que tenían prisa. Otros en sentido contrario, otros en el mismo sentido y se pensaba que todos los pasajeros que iban y venían, se perseguían unos a otros. El guardagujas le dijo que no persiguen a nadie, dentro del tren descansan y bostezan, los únicos que pegan la nariz al cristal son los niños ; esos son los únicos que saben lo que quieren-dijo el Principito. 

CAPÍTULO 23

El Principito siguió andando por la Tierra y se encontró a un vendedor que vendía unas pastillas que quitaban la sed. Unas pastillas que ahorraban 50 minutos a la semana, le dijo al Principito. Esos minutos , pensó el niño que los podría gastar dando un paseo a la fuente para poder beber agua.

CAPÍTULO 24

Una vez contada la historia de el Principito, el aviador retomó su historia.Llevaban ocho días en el desierto y tenían que buscar algún pozo para beber. Se pusieron a buscar el pozo hasta que se hizo de noche y mirando a las estrellas el Principito acertó a decir que, el agua podría ser buena para el corazón. Se imaginaba a su flor en alguna estrella y pensaba que en ese desierto tan grande habría algún pozo aunque no lo vieran. El aviador le contaba historias de un tesoro que decían había en su casa. El Principito,  de su amigo el zorro y así se fue quedando dormido. Lo cogió en brazos y siguió caminando mirando su cara y su pelo rubio. Entendió que todo eso era la corteza del niño, todo lo bello e importante lo tenía por dentro. Hasta la mañana siguiente no encontraron el pozo.


CAPÍTULO 25

Encontraron el pozo, pero un pozo como el de los pueblos, fue un sueño beber ese agua que era tan buena para el corazón, un regalo. El niño le contó que los hombres montan en los trenes sin saber lo que buscan; plantan jardines con miles de rosas, pero no encuentran lo que buscan. No saben que lo que buscan pueden encontrarlo en una sola flor o en una poca agua. Todo hay que buscarlo con el corazón-explicó el niño. 

De repente le recordó el Principito que le tenía que dibujar el bozal para el cordero. El aviador sacó su cuaderno donde tenía dibujado el baobabs, el zorro...

Se daba cuenta que su encuentro estaba llegando a su fin. Había que seguir arreglando el avión y quedaron en encontrarse en el mismo sitio al día siguiente. El Principito se acordaba del zorro y que domesticar a alguien te hace llorar cuando tienes que separarte.

CAPÍTULO 26

Al día siguiente el aviador volvió al pozo contento porque había arreglado ya el avión. Vio al Principito sentado en un muro, se acercó y le oía hablar con alguien. El Principito estaba preparando volver a su planeta de la misma manera que vino. El aviador se acercó más y asustado comprobó que había una serpiente amarilla muy venenosa cerca del niño. Corrió para ayudarle a bajar del muro y de repente la serpiente desapareció. En ese momento sabían que cada uno tenía que regresar a su lugar. 

El aviador se entristeció de pensar que no volvería a ver al Principito y además sabía que su planeta estaba mucho más lejos y le costaría no escuchar más la risa del niño. Este le tranquilizó diciéndole que por las noches mirara las estrellas, que en algunas de ellas estaría él. El mundo no ve lo mismo al mirar las estrellas: los viajeros las ven como guías; los astrónomos como problemas para estudiar; los hombres de negocios como dinero y para otros como lucecitas en el cielo. Pero el niño le dijo al aviador que mirara al cielo por la noche y él estaría riéndose en su estrella ; por lo tanto para él sería como si todas las estrellas se rieran.

La marcha del Principito además de dolorosa fue muy misteriosa. Decía que debería dejar el cuerpo allí pues era muy pesado para cargar con él a su planeta. Para ello  quería estar solo para evitar viera como le picaba la serpiente; pero el aviador no quería separarse de él. Comentaron una forma de  comunicarse ,cada uno desde su planeta: mirarían las estrellas ,uno vería pozos en el desierto y el otro millones de cascabeles.

Se hizo el silencio, el Principito se quedó quieto, no gritó y cayó sobre la arena como la corteza de un árbol ,sin hacer ruido.

CAPÍTULO 27

Habían pasado siete años desde que el aviador conoció al Principito. Sabía que el Principito estaba en su planeta. Lo sabía porque cuando miraba las estrellas oía reirse a millones de cascabeles.

Se acordó de no haberle dibujado bien el bozal, no le había dibujado la correa y seguro no habría podido usarla. Pensó si el cordero se habría comido la flor. Seguro que si, pues cuando pensaba eso, miraba las estrellas y parecía que lloraban.

Dibujó un bonito paisaje, el lugar donde apareció el Principito y donde luego desapareció. Así ,por si alguien pasaba por allí , se esperara un momento bajo de las estrellas, por si se acerca ba un niño rubio que ríe, ese sería el Principito. Y si así fuera, pedía por favor, que le avisaran de que había vuelto.

UNA HISTORIA QUE NOS PROPONE MIRAR CON EL CORAZÓN , PORQUE LO IMPORTANTE ES INVISIBLE A LOS OJOS.

Una lectura leída por unas y reeleída por otras , donde la reflexión ha sido una constante en cada uno de los capítulos.









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