NARRADORA: La familia Alba vive en un pueblo andaluz. El padre
acaba de morir y Bernarda, su viuda se ha quedado a cargo de sus cinco hijas.
La mayor se llama Angustias, y tiene 39
años. Magdalena, Amelia, Martirio de 24 años y Adela de 20 son las más jóvenes.
En la casa también viven dos
criadas. La mayor se llamaPoncia y lleva muchos años sirviendo en la casa de
Bernarda Alba.
Se acaba de celebrar el entierro
de Antonio Benavides y su viuda Bernarda y sus cinco hijas estaban en la
Iglesia.
(Habitación pintada de blanco,
con decoración de cuadros de paisajes exóticos o imaginarios , cortinas en las
puertas, una mesa y sillas de enea)
(En escena las dos criadas
conversando mientras esperan a Bernarda y sus hijas)
CRIADA.- Estoy harta de escuchar el repique de las campanas.
PONCIA.-Esa misa dura más de dos horas! Menos mal que nos hemos
quedado un rato solas! Voy a aprovechar para comer un poco de pan y chorizo.
(Poncia se presenta con un trozo
de pan y chorizo y un plato de garbanzos)
CRIADA.- (Mirándola con cara de asombro) Pues como te vea Bernarda!
PONCIA.-¡Me da igual!¡Que se fastidie! Si ella no quiere comer ,
que no coma. Pero no hace falta que nos mate de hambre a nosotras. ¡Menuda
mandona!
CRIADA.-(Con ansia) ¿Me das un poco?
PONCIA.-¡Claro! Toma. Y coge también un poco de garbanzos, hoy
Bernarda no se dará cuenta de nada. Ahora cuando terminemos, ponte enseguida a
limpiar, que como no esté todo reluciente, se enfadará. Ella tiene que ser la
más limpia, la más decente, la más importante. Su marido el pobre, por fin
descansará.
CRIADA.-¡No exageres!
PONCIA.-¿Que no exagere? Hace treinta años que vivo con Bernarda,
que lavo su ropa y como de sus sobras. La cuido y la obedezco. Pero te aseguro
que no la tengo ningún cariño. Si no fuese porque mis hijos trabajan en sus
tierras, le diría lo que pienso de ella y me marcharía de esta casa. (Pausa)
Todo es apariencia, muchas
camisas de hilo y muchos bordados finos, pero en realidad no tienen ninguna
fortuna. La única que tiene dinero es Angustias, la mayor, la hija de su primer
marido. (Un nuevo repique de campanas interrumpió la conversación).Me voy a la
Iglesia
CRIADA.-(Limpiando y hablando sola) Aunque al final, todos
acabaremos en el mismo lugar,
Antonio Benavides,
¡Fastídiate! Ya no podrás levantarme la falda detrás de la puerta del corral!
(Entran Bernarda y sus
hijas junto con las vecinas en la sala. Vestidas de negro con pañuelos en la
cabeza y echándose aire con los abanicos)
CRIADA.- ¡Ay ,Antonio Benavides! ¡Que triste me siento!¡Sin ti esta
casa no será la misma!
BERNARDA.- (Con voz potente
y severa) ¡Silencio! Los pobres no sabéis comportaros. Sal de esta
habitación. No te corresponde estar aquí.
VECINA.- Los pobres también tienen sentimientos Bernarda.
BERNARDA.-Sentimientos que olvidan cuando tienen un plato de comida
delante.
VECINA.-Pero es que para vivir es necesario comer.
BERNARDA.- A tu edad no se habla delante de los mayores. ¡Sentaros!
(Todas se sentaron)
(Poncia entra con una
bandeja de limonada y reparte un vaso a cada una, hacía tanto calor que no dejan de abanicarse.
después sale)
VECINA.- (Mirando a Angustias) ¿Has visto a Pepe el Romano?
BERNARDA.- ¡No, no lo ha visto!
A quien si hemos visto
es a tu tía que ha estado todo el tiempo al lado de un viudo. Las mujeres no
deberían mirar a los hombres en la Iglesia. ¡Qué vergüenza!
(Las vecinas se miraban
extrañadas y reprimidas)
VECINAS TODAS.- Padre nuestro que estás en los Cielos.........Santa
María madre de Dios, ruega por nosotros........
(Una vez terminaron, se
despiden de Bernarda y de sus hijas y se marchan)
PONCIA.-(Entra en la sala con una bolsa) Toma Bernarda, los hombres
del pueblo han reunido este dinero para pagar la misa del funeral de tu marido.
BERNARDA.-Sal al patio y dales las gracias. Dales una copa de licor
y asegúrate de que no entran en casa.
PONCIA.-Debes de estar contenta Bernarda. Todo el mundo ha venido a
darte el pésame.
BERNARDA.-(Indignada) ¿Contenta?¡Pero si han venido a fisgar!
Tienen malicia, no son de fiar. Lo único que han hecho es ensuciarme la casa. ¡Adela, dame un
abanico!
ADELA.- Toma madre.(Adela le da un abanico de flores)
BERNARDA.-(Lo tira al suelo con rabia) ¡Las viudas no pueden lucir colores!¡Y ahora quiero que
me escuchéis con atención! Durante los ocho años que dure el luto, no entrará
ni saldrá nadie de esta casa. Estas puertas y ventanas están tapiadas para
vosotras. Así que ya podéis ir bordando vuestro ajuar.
MAGDALENA.- Yo no quiero bordar nada. Ya tengo treinta años y se
que no me voy a casar. ¿Porqué tengo que estar aquí encerrada mientras el
tiempo pasa?
BERNARDA.-Porque eres una mujer!
MAGDALENA.-Pues ojalá no lo fuese.
BERNARDA.- (Respirando hondo) Ahora que no está vuestro padre, aquí
mando yo. ¿Os ha quedado claro?
(ya más calmada) Y
Angustias?
ADELA.-Cuando he ido a mirar las gallinas, la he visto mirando por
las rendijas de la puerta del patio.
BERNARDA.- Pero los hombres ya se habían ido ¿verdad?
ADELA.- Todavía quedan algunos.
BERNARDA.- (A gritos) ¡Angustias!
ANGUSTIAS.-¿Qué pasa madre?
BERNARDA.-¿Se puede saber a quién mirabas y por qué?
¿Te parece decente
perseguir a un hombre el día del entierro de tu padre? Venga, contesta!¿A quién
mirabas?
ANGUSTIAS.-¿Yo?
BERNARDA.-¡Si, tu!
ANGUSTIAS.- A nadie.
BERNARDA.- (Se dirigió a Angustias y le espetó una gran bofetada)
¡Serás descarada!
PONCIA.-(Entro corriendo al oir los gritos) Calma Señora!
BERNARDA.- ¿Salir de aquí, salir ahora mismo!
PONCIA. Señora, no se enfade tanto con ellas. Angustias solo quería
saber lo que hablaban los hombres en el patio.
BERNARDA.- ¿Y qué decían?
PONCIA.-Hablaban de la Paca. Por lo visto unos cuantos hombres han
atado al marido y se la han llevado a la mujer al monte. Llevaba los pechos al
aire y uno de ellos la abrazaba.
BERNARDA.- Es la única desvergonzada del pueblo.
PONCIA.- No es del pueblo, es de lejos, y los hombre que se la
llevaron también. Los hombres de aquí , no serían capaces de hacerlo.
BERNARDA.- Siiii, pero les gusta verlo y comentarlo.
PONCIA.-Han contado más cosas, pero me da vergüenza repetirlas.
BERNARDA.- Y Angustias lo oyó?
PONCIA.-¡Claro que si!
BERNARDA.-(Se llevó las manos a la cabeza) ¡Cuanto tendré que
sufrir para que mis hijas se comporten de manera decente!
PONCIA.-Pero si no te han dado ningún disgusto. Si ni siquiera
tienen novio.
BERNARDA.- Si mis hijas no tienen novio es porque no les hace
falta. ¿Qué quieres? ¿Que se casen con algún campesino? (Saliendo de la
habitación) Solo permitiré que se casen con alguien de su clase.
PONCIA.- Con alguien de su clase? Tus hijas tendrán tierras y
vestidos, pero no tienen ni un duro.
(Otra habitación
Martirio y Amelia)
MARTIRIO.- Sabes Amelia, Adelaida no ha venido a darnos el pésame.
AMELIA.- Su novio no la deja salir de casa. Antes de tener novio
era alegre y ahora no tiene ganas ni de arreglarse. No se si es mejor tener
novio o no.
MARTIRIO.- Yo prefiero tener a los hombres lejos. No quería crecer
para no tener que casarme con ellos. Por suerte, Dios me ha hecho fea y ninguno
se me acerca.
AMELIA.-¡No digas eso!¡A Enrique le gustabas!
MARTIRIO.- No es verdad. Al final se ha casado con otra que tiene
más dinero que yo.
AMELIA.- Tendrá más dinero pero es más fea que tu.
MARTIRIO.- ¿Y que más da?. A los hombres lo único que les interesa
son las tierras y el dinero y tener una esclava que le prepare la comida.
MAGDALENA.- (Entra a toda prisa) ¿Os habéis enterado ya?
MARTIRIO Y ADELA.- Noo!
MAGDALENA.- Dicen que Pepe el Romano quiere casarse con Angustias.
MARTIRIO.- ¡Pues me alegro por ella!
AMELIA.-¡Yo también me alegro!
MAGDALENA.- Sois unas mentirosas. ¿De qué os alegráis? Si Pepe el
Romano quiere casarse con Angustias es para quedarse con su dinero. Pepe tiene
25 años y Angustias 39. Él es joven y guapo y ella mayor y enfermiza. Lo normal
es que se interese por Adela que tiene 20 y mucha ilusión y energía.
ADELA.-(Entra con un vestido de color) Como no podré lucirlo por la
calle los días de fiesta, he querido darles envidia a las gallinas.
MAGDALENA.- Y qué han dicho las gallinas?(Dijo sonriendo)
ADELA.-No han dicho nada, pero me han llenado las piernas de
pulgas.
(Todas rieron)
MAGDALENA.- Lo que tendrías que hacer es regalarle ese vestido a
Angustias, así se lo podrá poner el día que se case con Pepe el Romano.
ADELA.-No puede ser! Soy demasiado joven para estar de luto.
MARTIRIO.- Ya te acostumbrarás
ADELA.-No, no me acostumbraré! No quiero estar encerrada. No quiero
acabar como vosotras, viejas y amargadas. Mañana me lo pondré otra vez y saldré
de casa.
MARTIRIO.- ¡Calla! Pueden oírte las criadas.
CRIADA.-(Entra en ese momento) Pepe el Romano se acerca por la
calle.
(Magdalena, Martirio y
Amelia se acercaron a una de las ventanas para verlo.
CRIADA.- Tú no vas Adela? Vete a la ventana de tu cuarto y le verás
mejor.
(Adela salió corriendo
hacia su habitación)
(Mientras unas y otras
buscaban una ventana para contemplar a Pepe el Romano, Angustias se acercó a la
puerta para salir)
BERNARDA.-¡Angustias! ¿A dónde vas?¿Y qué haces con esa cara
maquillada? Es que has olvidado que hemos enterrado hay a tu padre?
ANGUSTIAS.- Madre, te recuerdo que mi padre murió hace tiempo.
BERNARDA.- Serás desagradecida! El difunto cuidó de ti tanto como
de tus hermanas. Se merece tu respeto.
ANGUSTIAS.-Madre, déjeme salir.
BERNARDA.- En esta casa se hace lo que yo digo. ¡Y no se hable más!
(Al oir las voces se
acercaron todas las hijas y también Mª Josefa, la madre de Bernarda)
(Mª Josefa se presentó
con flores en la cabeza y en el escote del vestido)
BERNARDA.- Qué hace aquí mi madre?
CRIADA.- Se ha escapado del cuarto señora.
Mª JOSEFA.- Me he escapado porque me quiero casar. Quiero casarme
con un hombre guapo que me de felicidad.
BERNARDA.- ¡Cállese!
Mª JOSEFA.- Voy a recoger mi ropa y mis joyas y me voy a ir de
aquí. No quiero ver como envejecéis, no quiero ver a mis nietas solteras y
desgraciadas.
BERNARDA.- ¡Encerradla! ¡Sacadla de aquí!
(Entre todas cogieron a
Mª Josefa)
Mª JOSEFA.- (Mientras se la llevaban) Me he escapado porque me
quiero casar. Quiero casarme con un hombre guapo que me de felicidad.
SEGUNDA
PARTE
1.LA ENVIDIA
(Una sala, todas las
hermanas están cosiendo en sillas bajas, todas menos Adela. Poncia les
acompañaba)
PONCIA. ¿A Adela le pasa algo? La veo nerviosa, alterada, asustada.
Es como si llevara una lagartija entre los pechos.
MARTIRIO. Le pasa lo mismo que a todas. Que no podemos salir de
casa y acabaremos como unas solteronas.
MAGDALENA. Angustias no,
Angustias se casará.(Dijo con rencor)
ANGUSTIAS.(Dejando la costura y levantándose orgullosa) Pues si!.
Dentro de poco me iré de esta casa y a
quien no le guste, que se aguante. Por algo tengo más dinero que vosotras.
AMELIA. Abre la puerta Poncia.¡A ver si corre un poco de aire!
PONCIA. Esta noche parecía que saliera fuego de la tierra. Me
levanté para refrescarme y vi a Angustias en la ventana. Todavía estaba
hablando con Pepe.
(Al mencionar el nombre
de Pepe todas las mujeres se revolvieron de su asiento)
MAGDALENA. ¿Tan tarde?
AMELIA. Diría que se fue sobre la una y media. A esa hora oí que
tosía y sentí los pasos de su jaca.
PONCIA. Pero si yo lo oí marcharse sobre las cuatro.
ANGUSTIAS. No sería él
MAGDALENA. ¡Qué cosa más rara!
(Todas se miraron
extrañadas)
2.COSAS DE NOVIOS
PONCIA. (Enseguida cambió de tema) Oye Angustias, porqué no nos
cuentas lo que te dijo Pepe el primer día que se acercó a tu ventana?
ANGUSTIAS. Nada, cosas sin importancia.
MARTIRIO. ¿No se te ha hecho raro ser de pronto la novia de un
hombre al que apenas conoces?
ANGUSTIAS. No. Así es como funciona. Si un hombre se interesa por
ti, primero habla con tus padres y luego se presenta junto a tu ventana. Me
dijo que buscaba una mujer buena y bien educada y luego me preguntó que si yo
quería ser esa mujer.
MARTIRIO. ¡Qué vergüenza!
AMELIA. ¡Es tan guapo!
ANGUSTIAS. Yo casi no podía ni hablar. Era la primera vez que
estaba con un hombre de noche.
PONCIA. Pues la primera vez que mi marido se acercó a mi ventana,
solo me dijo buenas noches. Nos quedamos callados más de media hora. Recuerdo
que me corría el sudor por todo el cuerpo. Luego se acercó a la ventana, metió
la mano entre las rejas y en voz baja me dijo que quería tocarme.
(Todas las mujeres se
echaron a reir y Amelia se levanta y se asoma a la puerta)
AMELIA. ¡No gritéis, que madre nos va a oir!
MAGDALENA. Esperad, que voy a buscar a Adela, esto es muy divertido
y se lo está perdiendo.
PONCIA. Me preocupa Adela. ¿Estará enferma?
MARTIRIO. Lo que le pasa es que no duerme.
ANGUSTIAS. No, lo único que tiene es envidia. Se lo noto en los
ojos y en la forma en que me mira. No puede soportar que me vaya a casar con
Pepe.
3.EL SECRETO DE ADELA
(Entra Magdalena con Adela)
TODAS. ¿Qué tal estás?
ADELA. No me encuentro muy bien.
MARTIRIO. (La miró con malicia) ¿Es que esta noche no has podido
dormir?
ADELA. ¡Déjame en paz! Estoy harta de que te metas en mi vida. ¿No
estabas cosiendo? ¡Pues sigue cosiendo!
PONCIA. (Oyó una voz que llamaba
y se acercó a la puerta) Vuestra madre os llama.
(Las mujeres dejaron
sus labores y salieron) (Pero antes de que saliera Adela, Poncia la hizo un
gesto para que se quedase) Adela, no le hables así a Martirio. Es tu hermana y
te quiere.
ADELA. Martirio me sigue a todas partes. A veces entra en mi
habitación para ver si duermo. No me deja respirar. ¡No lo aguanto más! (Una
pausa) Dice que envejeceré y que me quedaré sola. Que no disfrutaré de mi
juventud ni de mi cuerpo. ¡Pero no, eso no! ¡Yo no haré como ellas! ¡Yo le daré
mi cuerpo a quién yo quiera!
PONCIA. (Acercándose a ella) Le darás tu cuerpo a Pepe, ¿No es eso?
¿Crees que no me he fijado? Se que vas a buscar a Pepe cuando te levantas por
las noche.
ADELA. ¡Calla! ¡Baja la voz!
PONCIA. No seas tonta y no te metas entre él y tu hermana. Si Pepe
te gusta, te aguantas. Angustias es mayor y está enferma. Si se queda
embarazada no sobrevivirá al parto. Entonces Pepe quedará libre y podrás
casarte con él. Pero de momento, más
vale que te mantengas al margen.
ADELA. (Llorando)Tu consejo es inútil (Se secó las lágrimas).Ni tu
ni mi madre conseguiréis cambiar lo que siento. Soy más lista que vosotras y
haré lo que me venga en gana.
PONCIA. ¿Tanto te gusta ese hombre?
ADELA. Tanto que soy capaz de hacer por él cualquier cosa. Antes
tenía mucho miedo, ya no. Soy fuerte y te lo demostraré. ¡Y ahora, no digas ni
una palabra a nadie! (Salió Poncia y ella se sentó)
4. LOS SEGADORES
(Se oyeron el tintineo
de unos cencerros, Martirio, Amelia y Magdalena entran en la sala)
MAGDALENA. Los hombres vuelven al trabajo.
MARTIRIO. ¡Pobres! ¿Con este sol!
ADELA. (Mirando a la lejanía) ¡Quien pudiera salir también a los
campos!
PONCIA. (Entrando en escena) Ayer llegaron al pueblo 40 o 50
segadores jóvenes. Vienen de lejos, alegres y contentos. Con ganas de fiesta y
de disfrutar de la vida. Anoche actuó una mujer vestida con lentejuelas. Tocaba
el acordeón y bailaba. Después unos cuantos le dieron dinero y se acostaron con
ella.
MARTIRIO. ¿De verdad?
MAGDALENA. ¡No es posible!
PONCIA. Ya sabéis que los hombres necesitan esas cosas. Una vez yo
le di dinero a mi hijo para que hiciese lo mismo.
ADELA. A los hombres se les
permite todo.
AMELIA. Nacer mujer es un castigo.
MAGDALENA. No somos dueñas
ni de nuestros cuerpos.
(Se oían ruidos de
cencerros, panderetas, voces y canciones)
ADELA. ¡Vamos a verlos por la ventana de mi cuarto! (Y salió junto
con Poncia y Magdalena)
5. EL RETRATO DE PEPE
AMELIA.(Martirio con las manos cogidas entre la cabeza) ¿ Qué te
pasa?
MARTIRIO. Nada, es el calor. Ya no lo aguanto más. Quiero que
llegue noviembre, que llegue la lluvia y la escarcha. Este verano se me está
haciendo muy largo. Oye Amelia ¿ Tú por las noches oyes ruido?
AMELIA. Yo duermo como un tronco y no me entero de nada. ¿Por qué
lo dices?
MARTIRIO. Porque ya hace varias noches que oigo ruidos en el
corral.
ADELA. Serán los mozos que llegan de madrugada. O los animales que
están inquietos por el calor.
MARTIRIO. Eso será.
AMELIA. Vete, acuéstate y descansa un poco.
ANGUSTIAS.(Hecha una fiera) ¿Se puede saber quién ha cogido el
retrato de Pepe que tenía debajo de mi almohada? (A los gritos de Angustias,
todas las demás hermanas se presentaron)¿Dónde está el retrato? Una de vosotras
me lo ha cogido y los ha escondido.
MAGDALENA. ¿Como te atreves a acusarnos?
PONCIA. (Mirando a Adela) ¡Quién tenga el retrato que lo devuelva!
ADELA. Yo no tengo nada (ofendida)
BERNARDA. (Entrando en la sala) ¡Silencio! ¡Qué es lo que ocurre!
ANGUSTIAS. Me han quitado el retrato de Pepe.
BERNARDA. ¿Quién ha sido? ¡Contestad!(Todas quedaron calladas)
Poncia, ¡registra los cuartos!(Dirigiéndose a sus hijas) ¡Solo me dais
disgustos! Seguro que las vecinas, nos
están escuchando y criticando. ¡No me merezco esto!
PONCIA. ¡Ya tengo el
retrato! Estaba entre las sábanas de la cama de Martirio.
BERNARDA. (Enfurecida, se dirigió hacia Martirio dándola con el
bastón)
MARTIRIO. (Erguida y desafiante) ¡Aléjate de mí!
ANGUSTIAS. ¡Calma madre!
BERNARDA. ¡Ni siquiera ha echado una lágrima!
MARTIRIO. Quieres hacerme llorar, pero no lo vas a conseguir. He
cogido el retrato para gastarle una broma a mi hermana. ¿Qué hay de malo en
eso?
ADELA. ¿Seguro que le querías gastar una broma a Angustias? ¿No has
cogido el retrato por otro motivo?
MARTIRIO. ¡Tú, cállate! Porque si hablo se te caerá la cara de
vergüenza.
ANGUSTIAS. Pepe se ha fijado en mí. Y se casará conmigo. Así que ya
os podéis ir acostumbrando.
ADELA. Se ha fijado en ti por dinero. Por tu dinero y tus tierras.
Nada más que por eso.
BERNARDA. ¡Ya está bien!¡Callaos todas! Yo ya me imaginaba que esto
pasaría, pero no tan pronto. Está claro que tendré que ser mucho más severa.
¡Salid de aquí! Quiero descansar un poco.
6.LA ADVERTENCIA
BERNARDA. (Sentada en una silla. Pensativa. Poncia se quedó de pìe
junto a la pared)
PONCIA. Angustias tiene que casarse enseguida. Hay que alejar a
Pepe cuanto antes de esta casa. No se si él tendrá muchas ganas de alejarse de
aquí.
BERNARDA. ¿Qué insinúas Poncia?
PONCIA. Yo no insinúo nada.
Solo te estoy avisando: abre los ojos y verás lo que pasa.
BERNARDA. ¿Te refieres a Martirio? Martirio ha guardado la foto de
Pepe para gastarle una broma a su hermana, Ya lo has oído.
PONCIA. Estás siendo muy estricta con tus hijas. La falta de
libertad, tendrán consecuencias negativas. Si hubieses dejado a Martirio que se
casase con Enrique, tendrías un problema menos.
BERNARDA. Enrique es un jornalero. Y no permitiré que mis hijas se
casen con hombres sin dinero. Martirio se olvidará de Pepe, y si no lo olvida,
peor para ella. Ya está decidido, Pepe se casará con Angustias.
PONCIA. Creo que será mejor que Pepe se case con un chica más
joven, por ejemplo Adela.
BERNARDA. Las cosas son como son, aunque no nos gusten.
PONCIA. Si, las cosas son como son, pero a veces se descontrolan.
BERNARDA. Por suerte, mis hijas siempre me obedecen.
PONCIA. Por cierto Bernarda, mi hijo vio a Pepe junto a una ventana
de esta casa a las cuatro de la madrugada.
BERNARDA. ¿A las cuatro?
ANGUSTIAS. (Estaba escuchando) ¡Eso es mentira! Pepe se va todos
los días a la una.
MARTIRIO. (Entra) Yo también lo oí marcharse a las cuatro.
BERNARDA. ¿Se puede saber que está pasando?
ADELA. Madre, no haga caso a los rumores, a la gente del pueblo le
gusta hablar mal de sus vecinos.
BERNARDA. ¡Callaos de una vez! Ya me enteraré si son rumores o no.
Y, ahora, no quiero oir nada màs sobre este asunto.
7. EL PECADO
CRIADA. En la calle hay liado un gran revuelo.
BERNARDA. Ve a ver qué es lo que pasa Poncia. Vosotras quedaros en
el patio. (Todas salieron menos Adela y Martirio)
MARTIRIO. Tienes suerte que me haya callado. Anoche vi cómo te
abrazaba Pepe.
ADELA. No pude evitarlo, Martirio. Tú, en mi lugar, habrías hecho
lo mismo. La diferencia es que Pepe me quiere a mí.
MARTIRIO. No dejaré que te siga abrazando.
ADELA. ¡Martirio Por favor, no digas nada! (suplicándola)
(Bernarda y Poncia
entran en la sala)
PONCIA. Ya se que pasa en la calle. La hija de Librada, la que està
soltera, ha tenido un hijo, pero nadie sabe quién es el padre.
ADELA. ¿Un Hijo?
PONCIA. Así es. Y para esconder su vergüenza, lo ha matado y lo ha
metido debajo de unas piedras. El caso es que unos perros lo han sacado de allí
y lo han dejado delante de su puerta. Ahora los vecinos la arrastran calle
abajo y los hombres vienen corriendo de los campos. La quieren castigar.
BERNARDA. ¡Sí! ¡Que vengan! ¡Que
traigan ramas de olivos y mangos de azadas!¡Que vengan para matarla!
ADELA. ¡No, matarla no madre!
BERNARDA. ¡Sí! Que pague por su pecado.
MARTIRIO. ¡Si si, que pague por lo que
ha hecho! ¡Que pague por su pecado!
ADELA. ¡No! (llevándose las manos al
vientre) ¡Eso no!
TERCERA
PARTE
1.PLANES
DE BODA
(En
el patio, Bernarda y sus hijas cenando en el patio. Dentro de la mesa alumbraba
un quinqué. Las acompañaba Prudencia una vecina)
BERNARDA. ¿Cómo está tu marido?
PRUDENCIA. Ya lo conoces. Sigue
enfadado con sus hermanos por culpa de la herencia. Y todavía no ha perdonado
a nuestra hija.
BERNARDA. Hacen bien. Las hijas que
desobedecen dejan de ser hijas para convertirse en enemigas.
(Suena
un golpe fuerte)
PRUDENCIA. ¿ Que ha sido eso?
BERNARDA. (Se levantó) Es el caballo
semental. Está encerrado en la cuadra y da coces contra el muro. Debe de tener
calor. (se asomó a la ventana) ¡Dejadlo salir al corral!(Vuelve a la mesa y se
sienta)
PRUDENCIA. ¿Cuándo se casa Angustias?
BERNARDA. La pedida se celebrarà en
tres días.
PRUDENCIA. (Dirigiendo la mirada a
Angustias) ¿Y te ha regalado el anillo?(Angustias extiende la mano y lo enseña) Tiene tres perlas. Es
precioso. Aunque en mis tiempos las perlas eran símbolo de lágrimas.
ANGUSTIAS. ¡Pero los tiempos han
cambiado!
ADELA. Las costumbres son las costumbres.
Y los anillos de pedida deben de ser de diamantes.
PRUDENCIA. ¿Y dónde os vais a vivir? ¿Y
los muebles?
BERNARDA. Los muebles de los mejores.
PRUDENCIA. Yo nunca tuve muebles tan
buenos. Aunque lo importante no son los muebles. Si no que todo vaya bien.
ADELA. Si, pero eso nunca se sabe.
(Suenan
las campanas de la Iglesia.
PRUDENCIA. Me voy a misa. Volveré antes
de la boda para ver el vestido de la novia.
2.TRISTEZA
DE ANGUSTIAS
(Terminan
de cenar)
ADELA. Voy a salir un rato a estirar
las piernas y tomar el fresco.
AMELIA. Yo voy contigo.
MARTIRIO. Yo también.
MAGDALENA. Y yo.
ADELA. Tenéis miedo de que me pierda?
(Angustias
comienza a quitar la mesa)
BERNARDA. Angustias, quiero que hables
con Martirio. Lo del retrato fue una broma y tienes que olvidarlo.
ANGUSTIAS. Madre, sabes que eso no es
así. Martirio me odia.
BERNARDA. Si te odia o no te odia, me da igual. Por mí, como si no
os queréis hablar. Pero no quiero que las vecinas se enteren. Para los demás,
esta familia debe ser ejemplar, ¿entendido? Y por la noche, ¿que te cuenta
Pepe?
ANGUSTIAS. Pienso que está distraído.
Que piensa en otra cosa. Si le pregunto que le pasa, me dice que son cosas de
hombres.
BERNARDA. No debes hacerle preguntas. Y
cuando te cases menos. Así te ahorrarás disgustos.
ANGUSTIAS. Madre, debería estar
contenta, pero no lo estoy.
BERNARDA. Eso no tiene ninguna
importancia.
(Las
chicas entraban del patio)
ANGUSTIAS. Me voy a la cama. Buenas
noches.
ADELA. ¿Ya te acuestas?
ANGUSTIAS. Si Pepe está de viaje y no
vendrá esta noche.
BERNARDA. Entonces hoy nos acostaremos
pronto. ¡Venga, todas a la cama!
3.LA
CALMA DE BERNARDA
(Todas
se fueron menos Bernarda)
PONCIA. ¿Todavía no te has acostado?
BERNARDA. No. Quería disfrutar de un
momento de silencio. Poncia creo que el otro día te equivocaste. En esta casa
no pasa nada.
PONCIA. En esta casa parece que no pasa
nada. Pero tus hijas no están tranquilas. Por más que lo intentes, no podrás
controlar lo que sienten. De todas maneras yo soy solo la criada y mi opinión
no tiene importancia. Cambiemos de tema.
BERNARDA. Te conozco y te conozco bien
Poncia. Quieres cambia de tema porque no tienes nada que decir, nada que
criticar, nada que echarme en cara. Pero has de reconocer que gracias a mi
vigilancia todo va bien en esta casa.
PONCIA. No estés tan segura, Bernarda.
En cualquier momento puede ocurrir algo inesperado.
CRIADA. (Entrando en el patio) Señora,
ya he terminado de lavar los platos. ¿Necesita algo más?
BERNARDA. No. me voy a la cama. (Y se
va de la escena)
4.LA
INQUIETUD DE LAS CRIADAS
(Las
dos criadas en escena)
CRIADA. La señora es tan orgullosa que
no quiere reconocer lo que está pasando. La gente dice que Adela se ve por las
noches con Pepe.
PONCIA. Es cierto. Están enamorados. Yo
he avisado a Bernarda, pero no me ha hecho caso.
CRIADA. Pepe se casará pronto con
Angustias. Eso le hará retirarse de Adela.
PONCIA. Yo no estoy tan segura. Adela
no piensa renunciar a Pepe. Sus hermanas la vigilan. Además, Martirio también
está enamorada de ese hombre y no va a permitir que Adela se salga con la suya.
CRIADA. ¿Cómo pueden ser tan malas?
PONCIA. Yo no diría que son malas. Es
que llevan mucho tiempo encerradas. No han tenido novio, no han disfrutado de
la vida. Tienen mucha frustración y rabia. Pero calla...(ladra un perro) parece
que pasa alguien por delante de la casa.
(Adela
entró en el patio, vestida con enaguas blancas y corpiño)
PONCIA. ¿No estabas en la cama?
ADELA. Si, pero me ha despertado la
sed.(Adela coge un vaso y bebe) ¿Y vosotras?¿No os acostáis?
CRIADA. Ahora vamos
(Entraron
todas a la casa y todavía se oían el ladrido de los perros)
5.
EN EL PATIO
(Adela
volvió a entrar en el patio(sala). Miró hacia los lados asegurándose que no
había nadie y salió por la puerta que daba al corral. Martirio entra en el
patio. Antes de irse por donde Adela,
llega la abuela por otra puerta)
MARTIRIO. ¿Qué haces aquí, abuela?
Mª JOSEFA.- Me he escapado. Quiero irme
de aquí Martirio. En esta casa no hay vida, todo es luto. En esta casa no hay
niños, todo es silencio. ¿Me abres la puerta para salir al campo?
MARTIRIO. (Agarrándola del brazo)
Primero vete a dormir y luego te abro.(Se la llevó dentro)(Después vuelve y se
acerca a la puerta del corral) ¡Adela! (la llamó en voz baja) (Nadie
contestaba) ¡Adela! (gritó más alto)
6.
EL ENFRENTAMIENTO
ADELA(Toda despelucada salió) ¿Qué
quieres?
MARTIRIO. Deja en paz a ese hombre. Lo
que estás haciendo no es propio de una mujer decente.
ADELA. Ya te gustaría hacerlo a ti.
MARTIRIO. Sabes que Pepe va a casarse
con Angustias.
ADELA. Lo único que le interesa es su
dinero. Pero me quiere a mi y lo sabes Martirio. (Acercándose a Adela) Me
quiere a mi, me quiere a mi.
MARTIRIO. Deja de repetirlo.
ADELA.(Abrazando a su hermana) Se que
tu también lo quieres. Pero me ha elegido a mi. Tienes que entenderlo.
MARTIRIO. ¡Suéltame!¡No me abraces! No
quiero saber nada de ti, no te considero mi hermana.
ADELA. Como tu quieras. Pero no voy a
renunciar a Pepe. Y las críticas de los vecinos no me asustan. Que se case con
Angustias no me importa. Me iré a vivir sola y podrá ir a verme cuando quiera.
MARTIRIO. ¡No permitiré que eso
ocurra!¡Haré lo que sea para impedirlo!(De pronto se oyó un silbido. Adela se
dirige a la puerta del corral pero Martirio se lo impide) ¿A dónde crees que
vas?
ADELA. ¡Apártate de la puerta!(Las dos
se enzarzan)
MARTIRIO. ¡Madre, madre!
7.
LA MUERTE
BERNARDA. (Entra vestida con enaguas
blancas y un mantón negro por encima)¡Quietas! ¡Quietas!¿Se puede saber los que
está pasando?
MARTIRIO. Adela estaba en el corral con
Pepe. Fíjate en su ropa, está llena de paja.
BERNARDA. El pajar es la cama de las
mujeres desvergonzadas.
ADELA. ¡Me da igual, madre!¡Dí lo que
quieras!¡Voy a irme de esta casa!¡Voy a hacer lo que me de la gana!(Adela se
acerca a la madre, coge el bastón y lo parte en dos)¡No pienso aceptar más
ordenes!
(Alertadas
por los gritos, las demás hermanas y Poncia, entran en el patio)
AMELIA. Adela ¿Qué está pasando?
ADELA. (Mirando con rabia a Angustias)
Entérate de una vez Angustias. Pepe me quiere a mi. Y si no te lo crees, entra
en el corral y pregúntaselo.(Bernarda entra y al momento sale con una escopeta)
¡No conseguiréis separarme de Pepe! (Se va de la escena, pero antes la agarra
Angustias)
ANGUSTIAS. ¡Tú no sales de aquí,
ladrona de maridos!
(En
ese momento se oyó un disparo, Bernarda, Martirio y Poncia entraron de nuevo en
el patio)
BERNARDA. ¡Corre! ¡Ve ahora a buscarlo!
MARTIRIO. Se acabó Pepe el Romano.
ADELA. ¿Pepe? ¿Pepe?¿Qué le habéis
hecho? (Estaba aterrorizada, se fue para adentro)
PONCIA. ¿Lo has matado de verdad,
Bernarda? (Bernarda negó con la cabeza)
BERNARDA. No lo he dado. Asustado se ha
montado en su jaca y ha huído.
(Entonces
oyeron un golpe y se acercaron a la puerta de entrada de la casa)
BERNARDA. ¡Adela, Adela! ¡Abre la
puerta! ¡No creas que esconderte va a servir de nada!¡Abre ahora mismo!
(Al
ver que no contestaba, Poncia entró empujando y al rato salió gritando)
PONCIA.- ¡Ay, Ay Bernarda!
BERNARDA. ¿Qué pasa Poncia?
(Poncia
se llevó las manos al cuello y luego se santiguó)
PONCIA. Adela se ha ahorcado. No deseo
ese final a nadie.
BERNARDA. Dió un grito y luego un paso
adelante. Pepe pagará por esto. Y ahora descolgadla. Llevadla a su cuarto y
vestidla de blanco. Quiero que todo el pueblo sepa que mi hija ha muerto Virgen
y honrada.
MARTIRIO. Al menos pudo disfrutar de
él.
(Las
hermanas se pusieron a llorar)
BERNARDA. ¡Silencio! ¡No quiero
lágrimas!¡Las lágrimas os las guardáis para cuando nadie os vea! Nos esperan muchos
años de luto. Y los viviremos con orgullo. Adela, la hija menor de Bernarda
Alba ha muerto Virgen. Y eso es lo más importante de todo.
F I N
Convocamos al grupo que confirmó su participación y repasamos por primera vez el texto.
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